viernes, 21 de mayo de 2010

Expresiones y Costumbres de Origen Andalusí que hoy en día conviven con nosotros

El recuerdo de Felipe III de Castilla y el mes de marzo de 1.609 son una mancha negra como el alquitrán en la Memoria Histórica de los moriscos desde la Patagonia a Perú, desde Turquía a Argelia, desde Marruecos al más recóndito pueblo andaluz donde quedan en sus calles, casas, campos, gastronomía, cultura y conciencia de andaluces que queremos ser lo que fuimos.

Los sevillanos, los cordobeses, los granadinos, sienten y expresan su orgullo por la Al-Hambra, la Mezquita-Aljama, la Giralda…pero en general sólo sentimos pereza para conocer quiénes y cómo se construyeron esos monumentos y miles de otros en toda nuestra Nación. El Estado con sus mecanismos de educación y de control nos ha lavado la Memoria. Admiramos los monumentos y despreciamos a la Civilización que los posibilitó.


El desconocimiento, cuando no el desprecio a nuestra cultura e historia en los ámbitos del saber (escuelas, institutos, universidades) es la norma.


En el vocabulario de todo andaluz, y en general de todo español, hay miles de palabras y de expresiones que tienen su procedencia en nuestro pasado andalusí y morisco. Las utilizamos muy a menudo y la práctica totalidad de los andaluces, desconocemos porqué las expresamos, de dónde proceden.


Expresiones de origen andalusí


Decir que alguien es un cafre:

- Decimos que alguien es un “cafre”, para decir que alguien es bárbaro o cruel. En verdad la palabra cafre, viene del árabe clásico
kāfir, incrédulo, aunque es algo que hay que matizar porque no se refiere a "no creyente".

Desde las enseñanzas islámicas, una persona kāfir o cafre es una persona destructora, alguien que se beneficia de la destrucción del mundo o a quien no le importa dañar (a pesar de sus comportamientos deshonestos), quien daña la tierra, los que causan guerras para controlar los recursos naturales, los que explotan y dañan a criaturas indefensas.

Un Kâfir, no se siente culpable por los actos realizados, aun cuando para ello ha generado destrucción, dolor consciente y manipulación. Un Kâfir es una persona destructora de la vida, coarta la libertad de terceras personas, humilla y engaña con falsedad.

En demasiadas ocasiones, se asocia también el término Kafir a los propios musulmanes, especialmente a aquellos que denotan un pensamiento libre, alejado de la creencia de dogmas y de las jerarquías clericales.

Por lo tanto un Kâfir es el que no cree en el Mensaje de Dios y por lo tanto es un INCRÉDULO, ya que no actúa según él.

Decir que alguien es un gandul

Cuando decimos que alguien es un gandul, nos referimos a una persona que es muy vaga, floja y en plan despectivo. En árabe andalusí significa “soldado mercenario”. Según la RAE, uno de los significados que da es de"
Individuo de cierta milicia antigua de los moros de África y Granada", y que por el significado de gandul en árabe no debió de gozar de mucha simpatía.

'Gandul' viene del ár. hisp. ḡandúr [غندور], truhán, este del ár. clás. ḡundar, mimado, y este del persa gundār [گوندار؟], de un color particular)

Irse de jarana o jaraneo.

- Irse de jarana o jaraneo. Lo decimos a ir de juerga, beber en abundancia, etc. Proviene de la palabra Haram (, malo, desaconsejable). En el Islam existe lo Halal, bueno, aconsejable y lo contrario, Haram.

Ojalá...

- Ojalá viene del árabe inshallah "Si Dios quiere".

Ole, ole y olee!

- Olé, expresión que repetimos tres veces. Puede ser ante un buen cante flamenco, ante una buena corrida de toros, ante cualquier cosa que nos causa admiración. Los musulmanes ante cualquier situación semejante también dicen tres veces Allahu Akbar, Allah es el más Grande.




Decir que alguien es un Fulero o fullero o que dice Fullas

Fulero o fullero, la RAE lo define así: persona falsa, embustera, o simplemente charlatana. En árabe andalusí zullero, significa “el que comete muchas faltas”.


- Del cerdo me gustan hasta los andares.

La inquisición entre otras cosas vigilaba y obligaba a los niños andaluces a comer manteca de cerdo. Una forma de sentirse “integrado” era hacer un canto a las excelencias de esa carne.


No haber moros en la costa...

- Moros en la costa, durante generaciones los moriscos expulsados volvían a las costas malagueñas, granadinas, almerienses a visitar a sus familias, a intentar quedarse o simplemente en una acción de represalia contra los ladrones que se habían quedado con sus propiedades y contra la iglesia. Las costas andaluzas están plagadas de torres vigías para prevenir la llegada de esos andaluces ansiosos de quedarse en su Patria.



Quien tiene padrino se bautiza

La obligada cristianización de los moriscos tuvo diferentes formas y métodos. Si eran bautizos múltiples, por lo general en plazas, se les imponían los nombres que los conquistadores creían oportunos y se les adjudicaban apellidos del tipo de árboles frutales (manzano, cerezo, álamo, etc.), accidentes geográficos (río, monte, barranco, etc), de pueblos o ciudades (Jerez, Osuna, Antequera, etc) o simplemente motes.

Si el bautizado a la fuerza, ya era semiesclavo, dependía de un señor feudal castellano, se les daban sus apellidos, que podrían ser vascos o de los más castellanos, sin eso querer decir que su origen, alcurnia (de la palabra árabe al-cunia, origen, que no nobleza como se utiliza en castellano). Por eso si tenían padrinos esos moriscos, eran bautizados correctamente.

Es el mismo caso de negros americanos descendientes de esclavos, se llaman Jackson, o cualquier otro nombre anglosajón. El caso de cualquier indígena filipino o americano que con sus rasgos raciales propios, hoy se apellida Pérez o Martínez. En estos casos los rasgos raciales evidencian claramente de donde provienen. En el caso de nosotros andalusíes y moriscos, no había tales rasgos, éramos y somos europeos, ayer musulmanes y más tarde obligatoriamente cristianos nuevos.




Acciones y hechos de andaluces que conscientemente o no, evidencian su origen:




El agarejo.

Es un antíguo juego de niños que consiste en atrapar a un incáuto, bajarle los pantalones y untarle los genitales con barro y tierra. Luego es objeto de mordaces comentarios de los que se lo han provocado.

Debido al avance por la sensibilidad por la psicología del indivíduo, la víctima de un ataque así, sería objeto de grandes trabajos por parte de los especialistas en esta rama de la Medicina.

Esta cruel broma, en el pasado era muy habitual en el campo jienense durante la recogida de la aceituna. La practicaban las personas mayores sobre los críos principiantes como forma de ver por las reacciones que mostraba si tenían cuajo para ser un buen aceitunero en la forma de oponer una feroz resistencia.

Este cruel "juego" tiene origen inquisitorial. Para saber si a los niños privadamente se les había hecho la circuncisión, cuando cogían desprevenido a algún niño sospecho de haber sido circuncidado y por consiguiente, de ser musulman, se les bajaba los pantalones, se les escupía en los genitales y si seguía "intacto" se le ridiculizaba y humillaba.


Las saetas

- Las saetas, el cante jondo y otros Palos del Flamenco. La taqiyya (1) en el flamenco está presente constantemente. Además de los Olé, Olé, Olé, los gestos del cantaor sentado en la silla cierra los ojos cabizbajo y alza el dedo índice de la mano derecha y dice: lai lai lai la, es una reminiscencia morisca de la Shahada o Reconocimiento de musulmán: La ilaha ila Allah, así podríamos alargarnos con muchos más ejemplos.

Llevarse a la Novia

En todas las comarcas moriscas hasta nuestros días ha pervivido esta costumbre morisca. Fue una forma de rebeldía y de no reconocimiento del Estado y en mayor medida contra la iglesia católica. Era una forma de saltarse la moral. Una noche el novio se llevaba a la novia a su casa o la de algún familiar y consumaban su relación. A partir de ahí ya eran pareja para sus familias y para la sociedad. En 1986 se editó un buen libro sobre el tema que aún hoy se puede conseguir.

Negar lo evidente durante cinco siglos, hace que vaya calando como las gotas de agua en una gruta y consigue que el español sin conciencia, sin identidad, asuma la cultura e historia de sus verdugos y desconozca e incluso desprecie sus orígenes.

Durante siglos con gobiernos de todos los signos, el Estado español ha utilizado y utiliza la misma arma: borrar toda Memoria Histórica de los españoles y que nos creamos que somos los más y mejores que nuestros antepasados andalusies.

Por eso muchos nos negamos y reivindicamos y dignificamos nuestra pertenencia histórica, cultural y genética andalusí y morisca.

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lunes, 3 de mayo de 2010

Los morisquillos, esos niños que no fueron expulsados con sus padres y quedaron por siempre en tierra Española

Tras la rebelión, la mayoría de los niños moriscos no fueron expulsados con sus padres, sino que fueron obligados a quedarse para servir, en la práctica y pese a la prohibición, como esclavos.



El decreto de expulsión del 22 de septiembre de 1609, en lo referente a los niños moriscos, establecía que podían quedarse todos aquellos menores de cuatro años que contasen con permiso paterno y todos los que fueran hijos de matrimonios mixtos menores de seis años, así como los que pertenecieran al 6% de las familias que permanecieron para seguir cultivando y cuidando de los señoríos. Sin embargo, en la práctica, la inmensa mayoría de los morisquillos menores de cuatro años embarcaron con sus padres (tal como comprobó Lapeyre analizando los informes de embarcos), pues fueron muy pocos los que se acogieron a las excepciones.

Así ocurrió hasta que finalizaron las rebeliones en el Valle de Laguar y en la Muela de Cortes, ya que, a partir de entonces, el número de morisquillos que se quedaron se elevó considerablemente y, aunque algunos de ellos fueron cedidos o vendidos por sus propios padres, otros simplemente fueron retenidos a la fuerza.


Cuando la decisión de dejarlos dependía de la voluntad de los padres, solían éstos dejarlos a cargo de cristianos viejos que les merecían un mínimo de confianza. Aun así, dice una leyenda que les hacían señales en la piel, pequeñas cicatrices en lugares poco visibles (plantas de los pies, detrás de las orejas, axilas), con la esperanza de reconocerlos en el caso de que, con el tiempo, pudieran recuperarlos.

Pero, como decíamos, muchos de aquellos niños no se quedaron por la voluntad paterna, sino que fueron secuestrados.

Ya hemos visto antes cómo Cristóbal Sedeño, gobernador de Denia, haciendo el recuento de los rebeldes que bajaron vencidos del Valle de Laguar, apuntaba los "mil muchachos y muchachas que les devieron hurtar quando baxavan"; niños que fueron luego vendidos "en el Reyno y fuera del a 8, 10 y 15 ducados", según Fonseca.



Y los que no se vendían eran llevados por sus raptores a sus lugares de origen para tenerlos a su servicio. Hasta 195 morisquillos (morets eran llamados en valenciano) fueron llevados a la ciudad de Alicante, 28 a Cocentaina, 34 a Onteniente, 71 a Pego, 200 a Denia..., muchos de ellos procedentes del Valle de Laguar. La virreina inclusive hizo secuestrar a algunas niñas moriscas para tenerlas en su palacio, "dichosa de aver quitado a Satanás de las uñas esta presa", dice Fonseca.

Y el duque de Osuna, en carta dirigida a Felipe III el 25 de agosto de 1611, le informaba de que había ordenado fueran presentados a la autoridad los muchachos moriscos que habían sido llevados a Palermo por los soldados del Tercio de Sicilia.

Pocas semanas después, durante los días 10, 11 y 12 de octubre, fueron presentados 34 niños y niñas residentes ya en la capital siciliana, provenientes casi todos del Valle de Laguar. Y como el Tercio de Nápoles también participó en el aplastamiento de la insurrección de dicho valle alicantino, igualmente fueron llevados morisquillos a esta ciudad italiana.

Esclavos


Estos niños abandonados, vendidos o apresados fueron destinados al servicio doméstico de quienes los habían capturado o comprado, siendo éstos los responsables de su integración en la sociedad cristiana, o como diría Viravens: "quienes respondiendo de ellos a la Autoridad, se encargaron de su educacion civil y de instruirlos en la Doctrina Cristiana". No es de extrañar por tanto que los niños adoptaran los apellidos de sus amos, aunque hubo excepciones, tal como veremos más adelante.

No obstante, pese a ser censados como criados, estos niños, utilizados como bien económico, fueron tratados como esclavos. El virrey, marqués de Caracena, prohibió la esclavitud de los morisquillos, pero el 3 de diciembre de 1609 Baltasar Mercader le enviaba una carta desde Alicante en la que le informaba de que todo seguía igual, a pesar de la prohibición: "la gente (É) tiene un sinfin de ninyos y ninyas de a dos y tres anyos y de aqui arriba y los tienen por esclavos y ay ombre que los tiene por grangeria tanto que ay muchos pobres que tienen a tres y quatro ninyos y tratan de herrarles y embiarles a Castilla"; es decir, marcarles con hierro candente y llevarlos luego a Castilla para venderlos.




Indecisiones

A pesar de lo establecido en el decreto de expulsión, el Tribunal del Santo Oficio siguió debatiendo el 10 de octubre de 1609 acerca de la edad mínima que debían tener los niños moriscos para quedarse.

El 9 de enero de 1610, el virrey firmaba un decreto mediante el cual se revocaba la excepción del 6% de familias moriscas que se libraban de la expulsión y se ampliaba la edad de los niños que podían quedarse o ser retenidos hasta los doce años. Además, se anunciaba el permiso real para que los moriscos remisos al embarque, si pasados tres días de la publicación del decreto no se habían presentado a los comisarios, se autorizaba a los soldados y a cualquier cristiano viejo para que los capturasen "y servirse de aquells com a esclaus legitimament presos en bona guerra". El propio rey y el Real Fisco se reservaban incluso el tomar para su servicio a moriscos (excepto niños y mujeres), previo pago de veinte ducados a sus capturadores. Todo ello parecía contradecir la prohibición de esclavizar a los moriscos, ya fueran adultos o niños.

La prohibición de esclavizar a las mujeres y niños moriscos quedó definitivamente ratificada el 10 de febrero de 1610 con la publicación de un edicto del virrey. Sin embargo, el problema no quedó resuelto realmente. Apenas mes y medio después, el 24 de marzo, el Patriarca Ribera se manifestaba a favor de que los morisquillos menores de 12 años fuesen retenidos como esclavos en una reunión del Consejo de Estado, argumentando que era por su propio bien, pues quedarían al cuidado de cristianos viejos pudientes. Asimismo se mostró partidario de que se quedaran las mujeres moriscas que no tuvieran maridos ni hijos, ya que "los cavalleros y ciudadanos tenian por mucha comodidad poderse servir dellas porque no hallan servicio".




Justo dos meses más tarde, el 10 de abril, el virrey publicó otro bando en el que daba a conocer una nueva y polémica decisión real: todos los niños moriscos menores de 7 años que había en el reino de Valencia serían trasladados a Castilla, donde se entregarían a cristianos viejos para su cuidado; y todos los mayores de esa edad serían expulsados. No obstante, ninguna de estas medidas se llevó a cabo.


No se volvió a hablar del traslado de los morisquillos menores de 7 años a Castilla, mientras que la expulsión de los mayores fue cambiada por su alejamiento del litoral, con la idea de erradicar toda presencia morisca de la costa. Así lo determinaba otro bando del marqués de Caracena de fecha 22 de mayo: "(É) los muchachos moriscos de siete años arriba no pueden estar ni vivir en ningun lugar maritimo de este Reyno, sino tres leguas la tierra adentro". Tampoco esta disposición fue bien recibida por los concejos locales, tal como indica Viravens en el caso de Alicante, donde fue promulgada el 17 de julio, "después de repetidas excitaciones que el Marqués de Caracena dirigió al Justicia y Jurados de esta Ciudad". Los tutores no se desprendieron de los moriscos mayores de 7 años que tenían a su cargo y el internamiento de éstos tampoco se llevó a efecto en la práctica.


Un año después, el 29 de agosto de 1611, un nuevo decreto de Luis Carrillo de Toledo, marqués de Caracena y virrey del reino de Valencia (citando una carta de Felipe III del 20 de febrero anterior) daba por zanjada la cuestión de la edad mínima de los moriscos para quedarse: 14 años; dando así por buenos los hechos consumados desde el inicio de la expulsión, dos años antes:

"pueden quedarse las dichas personas con los dichos muchachos y muchachas, para servirse buenamente dellos, y para enseñarlos sobre todo nuestra Fe Catholica, catechizandoles en ella, y teniendo con su criança, buena doctrina y disciplina, el cuydado que es menester para q. olviden su nacimiento, y sean perfetos y Catholicos Christianos".Al mismo tiempo, este decreto serviría para realizar un nuevo censo de moriscos en el reino de Valencia: "ordenamos y mandamos a todas y qualquier personas (É) en cuyo poder estuveren y se hallaren qualquier muchachos y muchachas hijos de Moriscos, de qualquier edad q. sean, los presenten, manifiesten y registren: dentro de seys dias precissos despues de la publicacion que se hiziere deste Vando".


La verdad que conociendo estos desagradables sucesos... todavía no se como podemos vivir en tanto odio y rencor.

Acusamos de "extrangero" a muchas personas, cuando nosotros mismos podemos ser hijos, nietos, sobrinos... de descendientes de moriscos. Nuestros apellidos, fisionomía... ¡nos delatan!

En nuestra querida España va siendo hora de reconciliarnos y poder volver a vivir en paz. Si aqui convivieron 3 culturas distintas tantos años ¿porque ahora no puede ser? ¿Qué está fallando? Leer más...

Medina Azhara, مدينة الزهراء una ciudad construida por amor



En pleno corarzón de al-Andalus, en las faldas de Sierra Morena, el monte de la Desposada, como lo llamaban los árabes, al oeste de la ciudad de Córdoba se encuentra la gran joya de la presencia árabe en la panínsula ibérica.

La ciudad perdida de los omeyas, مدينة الزهراء Madīnat al-Zahrā' (Medina Azahara) comenzada a construirse por Abd-al-Rahman III en el año 325 de la Hégira (936 d.C.) se piensa que pudo llegar a albergar hasta 12.000 personas.


Medina Azahara junto con la Mezquita Aljama de Córdoba, representan la esencia del periodo más álgido de la historia de la ciudad: el esplendor del califato.



Existen varias hipotesis sobre el motivo de su construcción:


- De índole político-ideológica ante la necesidad de impulsar una imagen nueva del recién constituido Califato Independiente de Occidente, fuerte y poderoso, uno de los mayores reinos medievales de Europa.


- Por amor a una mujer, con nombre de flor, Azahara.


Un viento suave se desliza entre los almendros, estremece sus ramas y acaricia levemente las florecillas rosadas que se desprenden y caen sobre la tierra. Una vez más, el Yebél Alarús se viste de gala y nos trae a la memoria una hermosa historia de amor.

Aconteció durante los últimos años del siglo X, cuando Córdoba se llamaba Qurtuba y Abderramán III era el primer califa Omeya independiente de Bagdad.

Era esta una ciudad populosa donde convivían gentes de todas las razas y religiones. A ella acudían sabios, alarifes, poetas y músicos de todos los rincones del mundo. Florecían las artes, progresaban las ciencias, se mezclaba lo autóctono con las nuevas influencias recibidas del exterior. Todo lo asimilaba y lo hacía suyo.




Era Abderramán un califa audaz, enérgico y valeroso. Su constancia y talento político hicieron posible la unidad y pacificación de Al-Andalus. Consiguió imponer respeto a los cristianos del Norte y acometió con arrogancia la reorganización de su autoridad soberana.

Para agasajar al califa solicitando su protección o agradeciendo su ayuda, los monarcas de otras tierras enviaban fabulosos regalos: extrañas obras de arte, piedras preciosas, libros de incalculable valor y hermosas esclavas. Azahara fue una de ellas.



Cuenta la leyenda que Abd al-Rahman había traído a Azahara desde Granada. Pronto se convirtió en su preferida y para demostrarle el amor que sentía por ella ordenó la construcción de una ciudad palatina.

Para ello contrató a los mejores arquitectos y artesanos, compró los materiales más preciados, maderas, mármoles, azulejos; mandó construir hermosos jardines con flores y plantas traídas desde todos los rincones del mundo, los pobló con hermosos pájaros y mandó que en ellos creciesen árboles de exóticos frutos.


Telas y muebles, comprados a los mercaderes más prestigiosos, adornaban las estancias de la favorita Azahara, todo lo hizo el califa por su amor.


Sin embargo Abd al-Rahman la sorprendía a menudo llorando y sus constantes regalos no conseguían su sonrisa. Le preguntó el motivo de su tristeza y qué debía hacer para contentarla. Azahara le respondió que a su tristeza el califa no podría ponerle remedio pues lloraba por no poder contemplar la nieve de Sierra Nevada. Él le respondió “Yo haré que nieve para ti en Córdoba”.

Inmediatamente mandó talar un bosque situado frente a la medina y replantarlo de almendros muy juntos unos de otros y cada primavera, cuando los almendros abrían su flor blanca, la nieve aparecía en Córdoba sólo para la favorita Azahara.





El cronista musulmán al-Maqqari transmite otra versión que encierra un fuerte contenido poético en relación con las causas que motivaron la creación de la ciudad palatina de Madinat al-Zahra. El autor nos cuenta que tuvo oportunidad de conocer, a través de un anciano cordobés, la siguiente historia:


“Me dijo un anciano de Córdoba, respecto al origen de la construcción de Madinat al-Zahra, que al Califa (Abd al-Rahman al-Nasir) se le murió una concubina que dejó una gran fortuna con destino a la redención de cautivos musulmanes.


Se buscaron en el país de los francos y no se hallaron, dando gracias a Dios por ello. Entonces le dijo a al-Nasir su concubina al-Zahra, a la que amaba profundamente: -deseo que construyas para mí una ciudad que lleve mi nombre y sea de mi propiedad-.


En efecto, ordenó construir dicha ciudad debajo de la Montaña de la Novia, que es el mediodía de la Montaña y al norte de Córdoba, a unas tres millas de esta ciudad. Ordenó que se construyera con la más alta y refinada técnica, para que fuera lugar de recreo y morada de al-Zahra y festón de los magnates de su reino.


Hizo esculpir una estatua de al-Zahra, que colocó en la puerta de la ciudad. Cuando se sentó ella en el salón de al-Zahra y contempló lo blanco de la ciudad en el regazo de la negra montaña, dijo: -oh, mi señor, ¿no ves la hermosura de esta muchacha (la ciudad) en el regazo de aquel negro etíope (la montaña)? ¿Por qué no quitas la montaña?-.


Pero uno de los familiares de al-Nasir dijo: pido a Dios que libre al Emir de los Creyentes de una acción que después no pueda oírse sin afrenta de la razón. Ni reuniendo todas las criaturas que estuvieran cavando, cortando y barrenando podrían quitar lo que el creador puso, sólo él cual podría hacerlo. Ordenó entonces (el Califa) que cortasen los árboles de la montaña y plantasen todo de higueras y almendros. Por ello no hubo vista más bella en la primavera cuando las flores (blancas) abrieron”.





Su construcción duró 25 años y para ella se emplearon los más valiosos materiales, como mármoles, ébano, marfil y piedras preciosas. De sus edificios destacan la Casa del Ejército y el Salón Rico, en los que se conservan restos de capiteles, zócalos y mármoles de excelente calidad.



Contando tan solo 64 años, fue destruida y saqueada por los bereberes, pero, en 1236, al ser Córdoba conquistada por Fernando 111 El Santo, los materiales de sus ruinas sirvieron para construir palacios, iglesias y conventos.


La ciudad tiene planta rectangular y está construida mediante terrazas escalonadas, separadas por muros muy amplios. El visitante puede hacerse una idea de su grandiosidad al pasear por sus patios, en los que se conservan restos de pinturas, zócalos y losas, fragmentos de columnas, trozos de fustes, basas y capiteles de mármol blanco muy trabajados.


En realidad, más que un palacio, es un complejo urbanístico que responde al concepto de ciudad-palacio, repetido después en La Alhambra, con funciones múltiples, residencia palaciega al mismo tiempo que centro de todo el aparato administrativo del Estado. Su origen hay que buscarlo en la tradición del Oriente Medio (Persia) y Bizancio.


Son numerosos los testimonios escritos que exaltaban las riquezas de sus salones, algunos de los cuales hoy se van rescatando por las excavaciones e intentos de restauración.


El profesor Sánchez Albornoz en su obra La España musulmana hace una magnífica descripción del Salón Rico, diciendo:


"Otra de las maravillas de Al-Zahara era el salón llamado de los Califas, cuyo tejado era de oro y de bloques de mármol de variados colores, sólidos pero transparentes, y cuyas paredes eran de los mismos materiales...


Había en el centro del mismo un gran pilón lleno de mercurio. Daban entrada al salón ocho puertas de cada lado, adornadas con oro y ébano, que descansaban sobre pilares de mármoles variados y cristal transparente. Cuando el sol penetraba en la sala a través de estas puertas y reflejaba en las paredes y el techo, era tal su fuerza que cegaba.



Y cuando Alnasir quería asombrar a alguno de sus cortesanos le bastaba hacer una seña a uno de sus esclavos para poner en movimiento el mercurio, e inmediatamente parecía que toda la habitación estaba atravesada por razón de la luz y la asamblea empezaba a temblar... Y era el movimiento del mercurio el que hacía creer que la habitación estaba continuamente moviéndose o que giraba al rededor de un poste como si siguiera el movimiento del Sol".


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